Giuseppe Piazza descubrió en la noche de fin de año 1800/1801, en el espacio entre Marte y Júpiter, el primer pequeño planeta bautizado con el nombre de Ceres. Numerosos pequeños planetas (asteroides, planetoides) se descubrieron a continuación.
Se realizaron los paralajes de los planetas exteriores y de los interiores durante los tránsitos y posteriormente se realizaron los paralajes de las primeras estrellas como fue 61 del Cisne por Fiedrich Bessel en el año de 1838, dando como resultado una distancia de 11 años luz. Después se estudió Alfa Centauro desde el hemisferio sur, con una distancia de 4.3 años luz. De esta manera el tamaño del universo se extendió hasta el infinito.
El interés de los astrónomos por los cometas y al cálculo de sus órbitas aumenta con el regreso, entre otros, del famoso cometa de Halley y en el año 1835. Schiaparelli, en Milán, descubre la conexión entre los enjambres meteoríticos y los cometas. Así, avanzan paso a paso la comprensión de nuestro sistema planetario y de las estrellas fijas.
Friedrich Bessel consigue medir por primera vez la distoncia de una estrella fija, 61 Cygni, en la constelación del Cisne. Bessel calcula una distancia de 9,3 años luz lo que se acerca a la realidad. Con ello se consigue poco a poco una imagen de la distancia de las estrellas fijas. Bessel deduce en 1844, por las perturbaciones del movimiento propio de Sirio, la existencia de su compañera desconocida, que efectivamente es observada en 1862.
Friedrich Argelander, director del observatorio de Bonn, elabora el «Bonner Durchmusterung», un meritorio inventario estelar del hemisferio norte (con Atlas) y da a la investigación de las estrellas variables una base científica.
Leverrier y Adams predicen la existencia de Neptuno por las perturbaciones que sufre Urano y el planeta es descubierto en 1846 en el Observatorio de Berlín.
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